di Felix Luis Viera
Estuvieron un hombre y una mujer que apenas
pudieron estar.
Si acaso alguna vez –lo que se dice a plenitud-
lograron acoplar en ese nido
que a media noche fabricaban casi
desesperadamente.
Ni siquiera las Paradas ni el horario de sus
problemas
convergían.
Qué tiempo les faltó para decir que sí, que estaba
bien, dentro de media hora.
La mujer rugía entre pinceles
escarbando la magia que habita en el lado
más oculto, más sencillo de las cosas.
El hombre sangrando a gota lenta
huyendo tras las palabras que se abonan
donde no hay ojos ni tacto que puedan agarrarlas
si no es después de haberles minado todos los
caminos.
El tiempo continuó abriéndose entre ellos como
una herida
que trataban en vano de cerrar, al menos detener.
Una de esas veces –la última- que lograron
unirse
hallaron un rosal.
El rosal vivía entre las piedras.
Entre las piedras el tallo se clavaba, se perdía
buscando su sangre nadie calcula en qué tierra,
a qué distancia.
Y tenía rosas que parecían disparos a punto de
salir.
La mujer de los problemas y el hombre de los
problemas entonces se miraron
y cada cual tomó su rumbo, convencidos
de que el amor no se detiene en pequeñeces.
Traduzione di Gordiano Lupi
riuscirono a essere.
Per caso qualche volta - come si dice al culmine -
riuscirono ad accoppiarsi in quel nido
che a mezzanotte fabbricavano quasi
disperatamente.
problemi
convergevano.
bene, entro mezz’ora.
indagando la magia che risiede nel lato
più occulto, più semplice delle cose.
fuggendo tra le parole che si accreditano
dove non ci sono occhi né tatto che possano afferrarle
se non dopo aver minato tutti i
percorsi.
una ferita
che cercavano invano di chiudere, almeno di fermare.
Una di quelle volte – l’ultima – che riuscirono
a unirsi
scoprirono un roseto.
Il roseto viveva tra le pietre.
Tra le pietre il fusto si ergeva, si perdeva
cercando il suo sangue nessuno calcola in quale terra,
a quale distanza.
E aveva rose che sembravano spari sul punto di
uscire.
problemi allora si guardarono
e ognuno prese la sua rotta, convinti
che l’amore non indugia sulle piccolezze.
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