El diario español El País publicó este fin de semana un artículo de Yoani Sánchez, en el cual la reconocida bloguera cubana, traza un paralelismo entre los sucesos que tienen lugar en Egipto y la situación política cubana, destacando sus diferencias y sus miedos.
Sánchez, autora del blog Generación Y, señala que a pesar de la escasa información que los medios oficiales de prensa en la isla difunde sobre las protestas populares en Egipto, los cubanos han encontrado información adicional a través de los resquicios de Internet y de las transmisiones radiales internacionales que llegan a Cuba.
Sánchez, autora del blog Generación Y, señala que a pesar de la escasa información que los medios oficiales de prensa en la isla difunde sobre las protestas populares en Egipto, los cubanos han encontrado información adicional a través de los resquicios de Internet y de las transmisiones radiales internacionales que llegan a Cuba.
Estos son algunos párrafos del comentario de Sánchez, que tiene por título Tan lejos de Egipto:
"Egipto ha venido a sacudirnos en nuestra mansedumbre y el arrojo de otros nos ha enfrentado con nuestra apatía, en esta nación donde el tiempo se mide en efemérides "revolucionarias", se acuña en los folios amarillos de la burocracia.
La teoría de pueblos valientes y pueblos cobardes es, en el menor de los casos, simplista. No hay una genética de la rebeldía como tampoco se puede predecir en qué momento la inconformidad alcanza su punto de ebullición. Esta isla larga y estrecha ha nutrido desde 1959 las especulaciones, las barajas de copa y espada, los tableros de Ifá y hasta los cuartetos rimados, de analistas, cartománticos, babalaos y profetas. Ante estos augurios de un futuro que no acaba de llegar, millones de cubanos han resumido su actitud cívica en un vocablo moroso: esperar.
Acarician el espejismo de la solución rápida, de acostarse un día en un Estado sin derechos y levantarse al otro en una Cuba democrática. Cuando el tiempo de aguardar se prolonga más allá de lo previsto, muchos deciden conjugar el verbo emigrar u optan por las breves y lacónicas sílabas de "callar".
Pero lanzarse a las plazas no, pues ese asfalto retinto de las avenidas pertenece -y así nos dicen desde pequeños- a los revolucionarios, a Fidel Castro y al Partido Comunista. Nos han hecho creer que protestar en público contra los despidos masivos, el alto coste de la vida o para exigir la renuncia de un Gabinete son gestas que emprenden otros, acciones que solo son posibles fuera de nuestras fronteras nacionales.
Nos han quitado las calles, nuestras calles.
En aras de impedir que una multitud tome las aceras y grite al unísono ¡qué se vaya el presidente, qué se vaya!, activan los mecanismos ocultos del control, los resortes del miedo. El engranaje de la vigilancia que no conoce de crisis económica ni de recortes se cierne constantemente sobre nosotros.
Ahora mismo está en vilo, ajustando sus agentes, sus autos, sus leyes, para evitar el contagio que puede venir desde el Este. Pues aunque El Cairo queda muy lejos, hay demasiadas analogías entre los cubanos y esos rostros que vimos reunidos en la marcha de un millón. Ellos gritaban contra Mubarak, pero del lado de acá de la pantalla muchos sentimos que nos emplazaban a nosotros, que nos hacían sentir avergonzados de nuestra inercia".
(Fuente: Radio Martì - mi traduccion italiana en revista web: http://www.tellusfolio.it/)
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