La revista y el suplemento cerrarán. Demasiado independientes e idealistas, lejos de las ideas de Fidel Castro, que no considera las instancias de libertad o de desarrollo cultural. El intelectual tiene el obligo de quedarse en el binario marcado por la Revolución, como también entenderá años después Herberto Padilla, condenado y aislado por el coraje de su Fuera del juego. Entre Guillermo Cabrera Infante y el régimen de Fidel Castro hay sólo una breve luna de miel, al final de la cual cada uno seguirá por un camino distinto. Un cortometraje de 1960 que dibuja la diversión de un grupo de habaneros es el elemento que provocará la ruptura, porqué rodado por Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera, hermano del escritor. A Fidel no le gusta, no tiene intentos didácticos, no sirve para educar a la rígida moral comunista, más bien describe la mala conducta de la sociedad habanera. En 1961 el cortometraje es secuestrado y prohibido, así que Guillermo revive, en la piel del hermano, la misma situación de dolor vivida durante la dictadura de Batista. La censura todavía existe y desgraciadamente más fuerte que antes, los que detienen el poder quieren callar los incómodos intelectuales. Guillermo critica esta decisión en las páginas del Lunes de Revolución, pero el único resultado que obtiene es el cierre de la revista. Fidel ya tiene listo el nuevo diario del partido único, que llamará Granma con el suplemento semanal Juventud Rebelde, alma de los jóvenes comunistas. Ésta es la nueva prensa cubana, lejana a cualquier forma de expresión de ideas y dirigida por directivas gobernativas. En la Revolución, los intelectuales ya no tienen libertad y Fidel Castro lo hace entender claramente en una frase que bien sintetiza el famoso discurso Palabras a los intelectuales, hecho el 30 de junio de 1961: “ Dentro de la Revolución todo es permitido, fuera de la Revolución, ¡nada!”
De hecho, con esta frase empieza el exilio de Guillermo Cabrera Infante, exiliado a Bruselas como encargado cultural por la embajada cubana porque incómodo en la capital Habana. En Bélgica escribe Un oficio del siglo XX (1963), quedándose en la capital con las dos hijas y la segunda mujer Miriam Gómez. Claramente, Bélgica para un cubano es la otra cara de la luna, pero Guillermo acepta el exilio con buena voluntad. Vuelve a Cuba en 1965, fecha de la muerte de su madre, pero es encarcelado por contraespionaje y se quedará en la cárcel cuatro meses. A la vuelta, además de la aventura en la cárcel, Infante se da cuenta de que la Habana ha cambiado, transformada por la dictadura en una ciudad triste, recorrida por hombres y mujeres que andan como zombies. No reconoce la ciudad llena de luces y de vida que había dejado moviéndose a Bruselas. Se da cuenta que ya no puede vivir en Cuba y la única elección que tiene es la de volver a exiliarse. Vive en Madrid y en Barcelona, pero España no es la solución ideal porque allí también opera un dictador, Franco, que no está de acuerdo con su pensamiento. La elección definitiva es Londres, tan diferente de su Habana, pero libre, donde hablan un idioma diferente pero que aprenderá tan bien y que le permitirá escribir libremente. Cabrera Infante se siente solo sin su gente, ama los cubanos, como bien notamos en Tres Tristes Tigres, una novela compleja escrita en los dialectos hablados en Cuba, que utiliza juego de palabras y diferentes recursos lingüísticos. El autor ama esta manera de escribir y la utiliza para transmitir el vínculo profundo con la tierra que lo ha parido, con una isla que hace del caos la manera de vivir, poblada por personas que se enfrentan a la vida con confianza, sin planes, burlándose de la realidad, en vez de aceptarla dramáticamente, transformándola en una oportunidad para sonreír.
En 1968 la revista Primera Plana realiza una serie de entrevistas a escritores suramericanos que viven en Europa. En una de estas entrevistas Cabrera Infante expresa públicamente sus perplejidades acerca de las contradicciones de Cuba y del castrismo. Es la primera vez que cuenta su encuentro con una Habana triste y desagradable, pero lo hace con la prensa internacional y la cosa preocupa bastante en Cuba. Infante es expulsado por la Unión de los Escritores y Artista de Cuba (UNEAC) y es declarado traidor de la patria. El escritor decide que su futuro tiene que ser libre, que ya no tiene cadenas de vínculos y regímenes dictatoriales, la única cosa que quiere es poder expresarse con libertad y sin miedo. El ostracismo de Fidel Castro sirve sólo para amargar su estancia lejana que perdurará hasta la muerte.
En 1968 publica en Londres Tres tristes tigres, primera novela de éxito, que el mismo autor llama TTT y que en origen se llamaba Ella cantaba boleros. La novela es una nueva versión de la vieja obra Vista del amanecer en el trópico y se caracteriza por el uso de un lenguaje ingenioso que introduce muchos cubanismos del habla común y añade además citas de otras obras literarias. Tres tristes tigres cuenta la vida nocturna de tres jóvenes en la Habana de 1958, y no obstante fue calificada desde el gobierno cubano como contrarrevolucionaria y fue prohibida en todo el territorio nacional. El destino de un verdadero escritor es lo de ser contrario al poder, Cabrera Infante no es una excepción y como si fuera un nuevo Heredia deja una huella indeleble en la cara del tirano. La vida de Cabrera Infante transcurre en la gris Londres, entre las aficiones de toda la vida, el cine y escribir, compone guiones y escribe The Lost City, la película de su vida hecha por Andy Garcia que critica en cada ocasión posible el régimen castrista. Desgraciadamente no tendrá la suerte de llegar a tiempo para verla.
Nunca más volverá a Cuba, fiel a sus ideas y a una rígida rectitud moral. Vive para sus obras y para el cine, polémico y excelente, irónico y manipulador del lenguaje, incansable obrero de la palabra.
En 1970 el amor entre Guillermo Cabrera Infante y el cine se vuelve realidad y el escritor se muda a Hollywood dedicándose a interesante guiones, como él de la peli Bajo el volcán de Malcom Lowry. Pero el guión de su vida está dedicado a una isla que nunca más volverá a ver. En 1972 Tres tristes tigres es traducido al inglés y publicado en Londres con el título Three trapped tigers. Quizás la apreciación literaria es una anticipación de la ciudadanía británica que llegará en 1979, aunque su obra cumbre se aprecia completamente sólo en español.
El premio Cervantes llegará en 1997 reconociendo su altura en el campo de la literatura española sin que dictadores y ostracismos puedan con ésta. Cabrera Infante es uno de los mayores escritores españoles. En 2003 llega a tiempo para obtener el Premio Internacional de la Fundación Cristóbal Gabarrón de literatura. Luego empezarán los problemas de salud, es hospitalizado en el hospital de Chelsea y de Westminster de Londres para una ruptura del anca. En el hospital contrae una septicemia que lo llevará a la muerte el 21 de Febrero de 2005 a los 75 años. En Cuba tampoco circula la noticia de su muerte, pero pronto llegará el día en que alguien pagará para sus errores.
“A la huida me empujó la vuelta totalitaria, la censura, los procesos y las condenas contra de los opositores políticos que habían participado a la guerrilla. Como muchos de los cubanos he creído en las buenas intenciones de Castro hasta cuando, llegando al poder, dijo que las elecciones demócratas eran inútiles. Me demoré unos años para dejar atrás los vínculos porqué es mucho más difícil dejar tu propio país que renunciar a la pertenencia a un partido. Y, para mí, en aquella época dejar el partido significaba sólo una cosa, el exilio, un larguísimo exilio”.
Traduzione da italiano a spagnolo di Barbara La Torre
Iscriviti a:
Commenti sul post (Atom)
Nessun commento:
Posta un commento