martedì 9 agosto 2011

Electra Garrigó, il capolavoro di Virgilio Piñera

Electra Garrigó
(Fragmentos)

Agamenón. (se acerca y se sitúa de espaldas a Clitemnestra)

¿Quién de nosotros es el destino?

(Desde ese momento hasta el final del Acto los cuatro actores permanecerán completamente rígidos, con las manos hacia abajo y los puños cerrados.)

Clitemnestra. Yo

Electra. ¡Mentira!

Agamenón. ¿Quién de nosotros es el Destino?

Orestes. ¿Electra es el Destino?

Clitemnestra. ¡Atrás, perra!

Electra. ¡Perra, adelante!

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. Es viscoso.

Clitemnestra. ¡Pero tan seguro!

Electra. ¡Sí, se acerca!

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Hacia quién, Clitemnestra?

Ciltemnestra. Hacia Electra Garrigó.

Electra. Portador de la justicia.

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Por qué provocar al Destino?

Clitemnestra. Tu Destino es el pretendiente.

Electra. Tu Destino es la partida de Orestes.

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. Matemos al Destino.

Clitemnestra. Matarías al pretendiente.

Electra. El pretendiente no es el Destino.

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Soy yo el Destino acaso?

Clitemnestra. ¡No, no, no eres tú el Destino!

Electra. ¡Sí, sí, sí eres tú el destino!

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Quién me haría partir?

Clitemnestra. ¡Nadie! No lo quiere el Destino.

Electra. Entonces morirás tú, Clitemnestra Plá.

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Morirá Clitemnestra Plá?

Clitemnestra. ¿Morirá Agamenón Garrigó?

Electra. ¿Morirá Agamenón Garrigó?

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

Orestes. ¿Morirá Agamenón Garrigó?

Clitemnestra. ¿Morirá Agamenón Garrigó?

Electra. Morirá Agamenón Garrigó.

Agamenón. ¡Destino, oh Destino!

(Rompe a cantar el Coro. Los cuatro personajes se mantienen rígidos. La luz va desapareciendo gradualmente. Cortina lenta.)


En las olas de la mar,

en las aguas del arroyo,

en los bravíos escollos,

en el aire del palmar;

en el doliente pinar,

en el canto del canario,

en el afán temerario

se muestra la pasión loca,

que corre de boca en boca

con acento funerario.



Sigue, Electra, sin desmayo,

tu obra llena de acechanzas

-mujer, vaso de fragancias,

purísima flor de mayo.

Rosa gentil que en un tallo

de espinas fieras te asientas,

rompe esa prisión y cuenta

al mundo tus sinsabores:

revélanos tus temores

Electra de las tormentas.

(Final del Acto Primero)



ACTO SEGUNDO

CORO:


Ya una ciudad se dispone

a presenciar un ejemplo,

a ver derribar el templo

en que un tirano se impone.

No lo consienta, y corone

de Electra el triunfo la frente,

no lo consienta el potente

ánimo de tal doncella:

roca en la que se estrella

un egoísmo demente.

(El mismo decorado del acto primero. Aparece Electra vestida de rojo. Luz muy débil.)

Electra. (Saliendo lentamente por las columnas de la extrema izquierda. Se detiene) ¿Dónde estáis, vosotros, los no-dioses? ¿Dónde estáis, repito, redondas negaciones de toda divinidad, de toda mitología, de toda reverencia muerta para siempre? Quiero ver, siquiera sea, a uno de entre Ustedes. Pido la aparición de un no-Dios, que caiga en medio de este páramo. (Pausa.) Sí, os conmino, extensas criaturas que no existís; formas no registradas en libro alguno, o puestas sobre la infamia de la tela del pintor. Electra os conmina, no-dioses, que nunca naceréis para no haceros tampoco nunca divinos. ¡Qué inmensa atonía os cubre desde este pecho que lanza sus cargas de soledad y evita los santuarios y las prosternaciones! (Pausa.) No, vosotros no tendréis santuarios ni sacrificios. ¿Ante quién de vosotros se prosternaría un humano? ¡Oh, ellos no saben que después de la muerte de los dioses, el nuevo panteón de los no-dioses no confiere ni premio ni castigo!

(Se adelanta al centro de la escena.) No castigaréis a Electra. Tampoco vais a recompensarla. Sois de tan grandiosa apatía que puede Electra segar una vida sin el temor de un reproche. Solamente lo tomaríais como el ruido sordo de un fruto que cae, de un fruto que cae en medio de vosotros, frutos que giran estallando en la violácea dilatación del olvido.


Electra Garrigó
(Frammenti)

Agamennone. (Si avvicina e si mette di spalle a Clitennestra)

Chi tra di noi è il Destino?

(Da questo momento fino alla fine dell’Atto i quattro attori restano completamente immobili, con le mani verso il pavimento e i pugni chiusi).

Clitennestra. Io

Elettra. Menzogna!

Agamennone. Chi tra di noi è il Destino?

Oreste. ¿Elettra è il Destino?

Clitennestra. Indietro, cagna!

Elettra. Cagna, avanti!

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. È vischioso.

Clitennestra. Ma è così sicuro!

Elettra. Si, si avvicina!

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Verso chi, Clitennestra?

Ciltennestra. Verso Elettra Garrigó.

Elettra. Portatore di giustizia.

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Perché provocare il Destino?

Clitennestra. Il tuo Destino è il pretendente.

Elettra. Il tuo Destino è la partenza di Oreste.

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Uccidiamo il Destino.

Clitennestra. Ucciderai il pretendente.

Elettra. Il pretendente non è il Destino.

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Sono forse io il Destino?

Clitennestra. No, no, non sei tu il Destino!

Elettra. Sì, sì, sei tu il destino!

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Chi mi farà partire?

Clitennestra. Nessuno! Il Destino non lo vuole.

Elettra. Allora morirai tu, Clitennestra Plá.

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Morirà Clitennestra Plá?

Clitennestra. Morirà Agamennone Garrigó?

Elettra. Morirà Agamennone Garrigó?

Agamennone. Destino, oh Destino!

Oreste. Morirà Agamennone Garrigó?

Clitennestra. Morirà Agamennone Garrigó?

Electra. Morirà Agamennone Garrigó.

Agamennone. Destino, oh Destino!

(Interrompe la scena il canto del Coro. I quattro personaggi restano immobili. La luce scompare gradualmente. Si chiude il sipario lentamente).


Nelle onde del mare,

nelle acque del ruscello,

nei selvaggi scogli,

nell’aria del palmeto;

nella dolente pineta,

nel canto del canarino,

nello sforzo temerario

si mostra la passione folle,

che corre di bocca in bocca

con accento funebre.



Prosegui, Elettra, senza scoraggiarti,

la tua opera piena di agguati

- donna, anfora di fragranze,

purissimo fiore di maggio.

Rosa gentile che in un cespuglio

di spine crudeli ti siedi,

spezza questa prigione e narra

al mondo i tuoi dispiaceri:

rivelaci i tuoi timori

Elettra delle disgrazie.

(Fine del Primo Atto)



ATTO SECONDO

CORO:



Una città già si prepara

ad assistere a un esempio,

a veder demolire il tempio

dove un tiranno si impone.

Non lo permetta, e cinga

di Elettra il trionfo la fronte,

non lo permetta il potente

animo d’una tale donzella:

roccia nella quale si scontra

un egoismo demente.

(Stessa scenografia del primo atto. Compare Elettra vestita di rosso. Luce molto flebile.)

Elettra. (Uscendo lentamente dalle colonne dell’estrema sinistra. Si ferma) Dove siete, voi, non-divinità? Dove siete, ripeto, rotonde negazioni di ogni divinità, di ogni mitologia, di ogni genuflessione morta per sempre? Voglio vedere, chiunque sia, uno di Voi. Chiedo la comparsa di un non-Dio, che scenda in mezzo a questo luogo. (Pausa.) Questo vi intimo, diffuse creature che non esistete; forme non registrate in alcun libro, o poste sull’infamia della tela del pittore. Elettra vi intima, non-divinità, che mai nascerete e che non diventerete mai divine. Che immensa apatia vi copre da questo petto che scaglia i suoi carichi di solitudine ed evita i santuari e le genuflessioni! (Pausa.) No, voi non avrete santuari né sacrifici. Davanti a chi tra di voi si inginocchierà un umano? Oh, loro non sanno che dopo la morte degli dei, il nuovo panteon delle non-divinità non concede né premio né castigo!

(Si avvicina al centro della scena.) Non castigherete Elettra. Neppure potrete ricompensarla. Siete così carichi di apatia che Elettra può distruggere una vita senza temere un rimprovero. Da parte vostra lo prenderete soltanto come il rumore sordo di un frutto che cade, di un frutto che cade in mezzo a voi, frutti che vagano esplodendo nel violaceo sollievo dell’oblio.


Traduzione di Gordiano Lupi

Nessun commento:

Posta un commento